El sol no me toca

El otro día empecé a ver una película que no pude terminar de ver porque tenía que irme a trabajar, en la cual se trataba acerca de la posibilidad de que Dios fuera el sol, y las razones por las cuales no todos podemos tener el sol - o en este caso a Dios - todo el tiempo con nosotros, porque cuando está dando el sol de un lado, del otro hay sombre y cuando del otro hay sol, en este hay sombra. Entonces, me puse a pensar en las constantes persistencias de LB para que me abra a la gente y deje de ser un porc-épin, que rompa el blindex que me pongo al rededor, que deje que se me acerquen. A esto se suma la constante persistencia de mi amigo Marx que dice que me tengo que dejar conocer. Con anterioridad nunca tuve mucha suerte, una vez me puse a hacer una lista de calificativos que definan el pasado y era algo asi: left aside, changed, switched, hit, punched, ignored, abused, cheated on, bored y dumped. Son fuertes, y la primera razón por la cual me transformo en el puerco espín, la razón por la cual a mi alrededor hay un vidrio blindado que no permite que se me acerquen.

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Y llegó él. Lo más común que había. Una persona que no me llamaba la atención en lo absoluto, que hasta me producía cierto choque incluso, y que ,por si fuera poco, me jodía. Es una historia que ya conté en otra ocasión, pero que viene al caso, porque hoy descubro que mi amigo Marx tiene razón, que yo caigo una y otra vez en el mismo patrón de personas, que -como dice él- cambio de quisco compro otra bebida con distinta botella y me doy cuenta que es la misma cuando la empecé a tomar, pero que no supe reconocerla, que no pude identificarla a tiempo, poque de cierta forma soy el ying de ese yang, el cepita de esa fanta, que hace el par perfecto para lo que él busca e imperfecto para lo que busco yo.

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Entonces me encapricho. Porque yo sé que puedo tenerlo, porque me levanta el autoestima, porque siento que puedo tocar el cielo con las manos, pero cuando llego al piso 83 del Empire States me dicen, no, no podés subir al 92, es de acceso privado y te empujan desde arriba, porque el ascesor no funciona, y caes al precipicio cual Coyote que no atrapó al Correcaminos, y se cae por el rabbit hole, y desde arriba su no-presa se le rie en la cara. Así me siento a diario, y así me doy cuenta de porque había dejado de confiar en ellos, porque son otra raza que no puedo comprender, soy otra especie que no es la que puedo decifrar y me enloquece pensar que tengo que buscar uno que sea my other half, y me enfada creer que no puede ser que no haya uno como la gente, que no esté el que realmente me pueda sweep off my feet, y que no sea un six-feet-under.

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Necesito creer que todavía hay una chance de no encontrarme con un p-lotudo que me trate cual objeto abandonado en la caja de objetos perdidos de la primaria, y me trate como una persona, como me lo meresco o como al menos me hacen creer que me lo meresco.

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Necesito creer que ya está por dar la vuelta la tierra y que el sol va a dejar de dar en otros lados para darme un poquito a mi, porque acá siempre hay sombra y no importa cuan soleado sea el día, a mi el sol no me toca, el sol no da en mi jardín, y en mi habitación llueve, mientras me desplomo.